La lucha histórica del trabajo esencial del empleo del hogar y los cuidados

Autora: Jacqueline Amaya Rengifo Fundadora de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla     Este 09 de junio de 2022 se aprobó en el congreso de Diputados ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, gracias a la lucha incansable de las asociaciones y colectivas de mujeres trabajadoras del […]

Autora: Jacqueline Amaya Rengifo
Fundadora de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla

 

 

Este 09 de junio de 2022 se aprobó en el congreso de Diputados ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, gracias a la lucha incansable de las asociaciones y colectivas de mujeres trabajadoras del hogar en su mayoría migrantes, tras casi once años desde que se adoptó en Ginebra el 6 de junio de 2011, el Convenio sobre trabajo decente para las trabajadoras y trabajadores domésticos, Este hecho representa un avance en la equiparación de derechos laborales con el resto de trabajadores para acabar con una discriminación histórica. Recientemente este 05 de octubre, el Senado español en votación casi unánime, aprobó ratificar el Convenio, el trámite continúa hasta su entrada en vigor.

Este convenio es la primera norma internacional, que reconoce el trabajo doméstico como cualquier otro trabajo y garantiza que las trabajadoras sean tratadas en igualdad de condiciones que el resto de trabajadoras y trabajadores. Es de justicia social y de dignidad su ratificación, pone énfasis en el valor social y económico que tiene el trabajo doméstico. El país que lo ratifica se compromete a cumplir las obligaciones establecidas en el convenio y se obliga a implementar en plazos y con presupuestos una serie de medidas. Posteriormente, el gobierno aprobó el Real Decreto-ley 16/2022, de 6 de septiembre, para la mejora de las condiciones de trabajo y de Seguridad Social de las personas trabajadoras al servicio del hogar.

La sentencia del TJUE

Gran parte de los cambios que han marcado un antes y un después es la sentencia del del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), este 24 de febrero, donde dictamina que España discrimina a las trabajadoras del hogar. Negar el acceso a la prestación por desempleo es contrario a la Directiva Europea de Igualdad de Trato entre Hombres y Mujeres; y discriminatoria de acuerdo a la norma en materia de desempleo, Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social en su art. 251.D.

La lucha histórica

Fue en el año 1985 cuando se empezó a reconocer como trabajo el sector del Empleo del Hogar, con el RD 1424/1985 del 01 de agosto por el que se regula la relación laboral de carácter especial del Servicio del Hogar Familiar, disposición que fue derogada por el RD 1620/2011 que regula la relación laboral de carácter especial del servicio del hogar familiar y sus modificaciones hasta el RD 16/2022 sobre la mejora de las condiciones de trabajo y de Seguridad Social de las personas trabajadoras al servicio del hogar.

En 1978, las mujeres que trabajaban en el empleo del hogar eran las que necesitaban salir de pueblos y barrios a ganarse la vida, a veces, trabajando por un lugar donde residir con cama y comida, aseguradas, y otras veces buscando completar los ingresos familiares con un trabajo de unas horas.

La lucha organizada cobraba sentido, las movilizaciones que se venían haciendo a nivel nacional por la reclamación de los derechos, por la visibilización de la situación empezaron allá por los años 2000 por la mujeres migrantes trabajadoras del Hogar en Madrid, los colectivos de mujeres migrantes tuvieron un papel relevante en la formación de mujeres activistas, era el momento de reconocerse como mujeres sujetas de derecho político y luchar por estos cambios en el sector, unas daban voces a otras que no podían salir como es el caso de las internas.

En el año 2016, el primer Congreso nacional de Empleo del Hogar y Cuidados, organizado en Madrid por asociaciones de trabajadoras del hogar y con apoyo de colectivas aliadas, representó un empuje y sinergia para las mujeres, e impulsó la creación de más asociaciones de trabajadoras del hogar y cuidados en el estado español,  para empezar a visibilizar esta realidad; al finalizar el video del resumen del primer encuentro, Visibilizar para Transformar, podemos leer: La fuerza colectiva generada durante el encuentro nos compromete a seguir exigiendo el cumplimiento del convenio 189 de la OIT y muchos otros derechos que siguen injustamente negados a las trabajadoras del hogar.

La juntanza de las mujeres consiguió lo que hoy conocemos todos como la lucha histórica.

En todo este proceso de lucha y conquista por los derechos, el auge del movimiento feminista representó un impulso para la lucha colectiva de estas mujeres.

Reconocimiento del trabajo esencial de Cuidados

El trabajo del hogar y cuidados es un trabajo invisibilizado y precario, no ha sido reconocido sino hasta hace un tiempo como un “trabajo”, históricamente se le atribuye de forma naturalizada a las mujeres que deben asumir el rol de las tareas domésticas y de cuidados, dejando en evidencia una “crisis de los cuidados” y la falta del reparto de roles.

La desvalorización, la exclusión social y la desigualdad de género genera migraciones, ha feminizado la migración.

La migración contribuye a las labores de cuidado, mantener un sistema de base en torno al sostenimiento de la vida, se está cubriendo con la creciente presencia de migrantes que ha permitido que un número importante de mujeres se puedan incorporar al mercado laboral o trabajen un mayor número de horas. La demanda en auge del servicio doméstico en los hogares es considerada como una de las principales causas de la feminización de la migración laboral, donde al sistema capitalista, racista y patriarcal conviene tener a mujeres sometidas en este trabajo.

A las mujeres que migran solo por el hecho de ser mujeres se les condiciona y relaciona con el rol de cuidadoras, el mercado predominante son los sectores de servicio doméstico, limpieza y hostelería. Prejuicios y estigma social imponen que para cuidar y limpiar no se requiere capacidad intelectual o conocimiento, que es algo mecánico y que lo hacen las mujeres, que no son capaces de hacer otras cosas. Se ve a menudo reforzado con la idea sexista de que las mujeres tenemos esa capacidad innata de llevar toda la responsabilidad de hacer labores de cuidado y de limpiar.

Para Amaia Perez Orozco; “Las cadenas globales de cuidados se conforman en torno a las mujeres migrantes que realizan trabajos de cuidados diversos: como empleadas de hogar, atendiendo a menores, personas ancianas o simplemente gestionando los hogares de quienes prefieren pagar que encargarse por sí mismos/as. Estas mujeres, que en el país de destino se encargan de un trabajo imprescindible para que otro hogar salga adelante, migran como estrategia de supervivencia de su propio hogar. Al mismo tiempo, su marcha exige que alguien en el país de origen asuma la responsabilidad de proporcionar los cuidados que ellas ya no pueden ejercer. Las cadenas globales de cuidados son entrelazamientos de hogares que se conforman con el objetivo de garantizar cotidianamente los procesos de sostenibilidad de la vida y a través de las cuales los hogares se transfieren cuidados de unos a otros”.

El sistema de cuidados no se puede sostener con un colectivo a quienes se le sigue manteniendo condiciones indignas de pobreza, vulnerables, y expuestas a toda serie de abusos y desprotección. Este colectivo es uno de los más precarios que no tiene las mismas condiciones y derechos laborales, como el resto de los trabajadores. No disponía de acceso a la prestación por desempleo, se sigue cotizando en base a tramos y no por el salario real, podían ser despedidas sin causa justificada, no existía una protección especial para las mujeres embarazadas contradiciendo el Art. 14 de la constitución española ya que discrimina a las trabajadoras solo por el hecho de ser mujeres, en su mayoría migrantes. Nuestra sociedad ha normalizado este tipo de situaciones y su falta de reconocimiento de derechos.

El primer problema es que el reconocimiento de derechos no es real. Porque la norma que la regula no tiene mecanismos para imponer su cumplimiento. En muchos casos, la relación laboral queda supeditada a la buena voluntad de la parte empleadora.

El Empleo del Hogar tiene muchas tareas sin catalogar: limpieza de la vivienda, planchar, cocinar, otros trabajos: guardería, jardinería, conducción de vehículos, cuando formen parte del conjunto de tareas domésticas. Cuidado o atención de los miembros de la familia, cuidado de niños/as, cuidado de personas mayores dependientes, acompañamiento de personas mayores no dependientes, y la obligación que tienen las internas de dormir en la vivienda no tiene asignado ningún valor económico.

La lucha del movimiento feminista para sacar el trabajo doméstico y de cuidados de la invisibilidad ha supuesto un avance, pero no ha traído consigo ni un reparto justo de todas las tareas entre hombres y mujeres, ni una reorganización social que haga posible que el trabajo de dentro y de fuera se pueda hacer compatible.

Las trabajadoras del hogar están resolviendo las necesidades de atención y cuidados de una parte importante de la sociedad, cuidan la vida que necesita ser cuidada en un contexto de vulneración de sus propios derechos y de los de las personas que necesitan los cuidados. Isabel Oxtoa, representante de ATH-ELE decía en una entrevista sobre cuidados que sostienen la vida: “Es una aportación feminista, hemos proclamado mil veces que el cuidado existe y es necesario. Dicho así, no es suficiente. No todo el cuidado que se ha hecho y se hace es reivindicable como aportación de las mujeres al sostenimiento de la vida. Terminar con el modelo de atención a la familia, en el que marido, hijos e hijas no asumen su cuota de autocuidado, tiene que ser un objetivo feminista de primera línea. Repensar el cuidado es entender que se ha hecho en condiciones de opresión. Si me lavo el pelo, me estoy cuidando, pero no es algo que la sociedad me tenga que reconocer, tampoco recoger la toalla que mi marido tira al salir de la ducha. Con las trabajadoras del hogar, en cambio, estamos muy firmes en que, mientras el trabajo interno siga existiendo, se paguen todas las horas trabajadas”.

El sistema económico colapsaría sin el trabajo cotidiano de cuidado. Contribuye a que la economía del bienestar siga perpetuando desigualdades socioeconómicas, hay una política de dejar hacer, porque de lo contrario, harían falta soluciones que supongan un gran gasto social.

La Inspección de Trabajo no actúa supuestamente por respeto a la intimidad del domicilio, pero lo cierto es que no hay voluntad política de controlar ni las condiciones del empleo de hogar, ni las agencias de colocación que sangran a las trabajadoras, ni cuestiones para las que no hay que entrar en la vivienda, como es el que los empleadores coticen como deben.

Quienes sufren aún más esta desigualdad son las trabajadoras que no tienen papeles, pasan años trabajando en alguna casa, con frecuencia, internas en condiciones de salario y jornada totalmente abusivas, para conseguir una oferta de empleo que les permita la regularización, oferta que muchas veces no llega. Son las más invisibles del sistema, y las más expuestas a toda serie de abusos, en donde no hay voluntad política para proteger a estas trabajadoras.

La pandemia ha traído el reconocimiento social a las trabajadoras del sector, pero se sigue demandando el reconocimiento pleno a sus derechos laborales. El Real Decreto-ley 10/2020 del 29 de marzo, reconoció los cuidados como actividad esencial básica.

La pandemia ha agudizado la precariedad en todos los sectores. En el empleo del hogar, la parte empleadora, cuando ve amenazada su propio bienestar económico, reduce las jornadas, baja los salarios, despide. En las tareas de cuidados de personas dependientes se presiona a las trabajadoras para que admitan prolongaciones de jornada, recortes o incluso supresión de los descansos diarios y semanales, reducción de salario, entre otras.

Mientras no seamos capaces de ver a las trabajadoras del hogar como sujetas políticas y de lucha, se seguirá reproduciendo el capital, las trabajadoras existen. Esas trabajadoras sostienen a nuestras familias y nuestro entorno, cuidan, son mujeres, son migrantes, son precarias. Son cuerpos feminizados obligados a cuidar y condenadas a no recibir cuidados casi nunca. ¿Cuáles son los derechos de quienes cuidan?

“Huelga de cuidados; ¿qué pasaría sin todas dejáramos de cuidar?, Porque sin nosotras no se mueve el mundo, tengo derecho a tener a tener derechos, Cuida a quien te cuida” frases que acompañan a la lucha organizada de las mujeres trabajadoras del hogar, para visibilizar durante años.

“Debemos construir un modelo de sociedad que coloque a las personas y los cuidados en el centro, los cuidados mantienen vidas, son necesarios. Privatizar los cuidados es una herramienta perfecta para explotar a mujeres migrantes y sacar beneficio. Es urgente colocar en el centro los cuidados y las condiciones de vida y laborales de las personas cuidadoras. Poner los cuidados en el centro nos obliga a replantear el sistema, a volver a construir el supuesto sistema de bienestar en el que vivimos”.

(MONOGRÁFICO MAYO DE 2020 – Lo que se esconde dentro de casa.Realidad de las trabajadoras del hogar en Euskal Herria).

Poner la vida en el centro nos plantea una reorganización desde todos los ámbitos, desde lo social, lo político, económico, desde lo cotidiano de buscar formas colectivas y cooperativas de llevar a cabo el trabajo doméstico y de los cuidados. ¿Si las labores de cuidados cotizaran en bolsa, a cuánto ascenderían?

Derecho a tener una vida y trabajo digno sin violencia

Silvia Federici: “El trabajo de los cuidados es el más esencial que hay”.“El trabajo doméstico y de cuidados es el servicio más esencial que hay en el mundo, pero que se ha invisibilizado mucho con la llegada de la COVID-19, pese a su importancia, … la pandemia ha perpetuado las desigualdades que sufren las mujeres que lo ejercen en todo el mundo y que esta puede ser una oportunidad para que los colectivos replanteen la lucha y se logren mayores cambios.”

Ha comentado la escritora y activista feminista Silvia Federici reflexionando sobre este tema en el debate online “¿Quién cuida a la cuidadora? Capitalismo, reproducción y cuarentena”, organizado por el Museo Reina Sofía. Junio 2020

NO HAY VIDA QUE SE PUEDA VIVIR SIN LOS CUIDADOS de personas que posibilitan que pueda desarrollarse el ser humano, en qué eslabón estamos, ¿por qué este trabajo tan esencial y a la vez tal desvalorizado es uno de los peores remunerados?, mientras que no se tenga conciencia clara que el CUIDADO como derecho es un valor y como tal debe ser reconocido, seguiremos reproduciendo el capital, esta debe ser una responsabilidad social, la respuesta es colectiva, sin cuidados la vida es imposible, CUIDAR es crear vínculos, afectos.

Los cuidados no son un derecho fundamental, ni siquiera son un derecho constitucional. Pero si los cuidados son imprescindibles para la protección de la dignidad humana, el cuidado debiera ser un derecho y una necesidad de las personas. Si este trabajo es esencial, los derechos de quienes desempeñan estos trabajos de cuidados también deben serlo, para posibilitar vidas dignas y trabajos dignos.

Bibliografía

Desigualdades a Flor de Piel: Cadenas Globales de Cuidados. Concreciones en el empleo del Hogar y políticas Públicas.  Amaia Pérez Orozco y Silvia López Gil ONU Mujeres 2011

Lo que se esconde dentro de casa.  Realidad de las trabajadoras del hogar en Euskal Herria. Monográfico de mayo 2020

Los derechos humanos de las personas mayores en España: la igualdad de trato y no discriminación por razón de edad. Informe elaborado por la Fundación HelpAge Internacional España. Septiembre 2021

 

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