¿Qué son los derechos humanos?¿De qué modo nos repercuten?¿Qué tienen que ver con la juventud? Con estas preguntas iniciamos unas jornadas dedicadas a la reflexión, el aprendizaje y el activismo.
Entre febrero y marzo nos reunimos en el centro cívico San Fernando un diverso grupo de jóvenes para participar en estas sesiones enfocadas al videoactivismo en las que nuestro punto de vista como juventud tuvo un peso especial. Éramos de diferentes edades, identidades de género, orientación sexual, origen, niveles y disciplinas formativas, etc. Esta heterogeneidad prometía una experiencia rica en perspectivas y resultados sólidos y diversos, expectativas que no fueron si no superadas ampliamente.
En vista de estas diferencias, una de las primeras medidas fue el establecimiento conjunto de un pacto de cuidados que nos ayudase a generar un entorno de respeto. La escucha activa, la automoderación y la gestión de los temas sensibles y desacuerdos que pudiesen aparecer eran algunos de los temas principales de este pacto que ponía el disfrute y el aprendizaje como objetivo principal de nuestras reuniones.
Y de esta forma comenzamos a reflexionar sobre los derechos humanos, qué eran, y cómo nos afectan a nosotres y a otros colectivos. Y debatiendo y compartiendo nuestras experiencias sobre machismo, racismo, xenofobia, homofobia, pobreza, etc. Empezamos a vislumbrar qué nos marcaba especialmente, qué queríamos intentar cambiar o sobre qué queríamos llamar la atención.
Las siguientes sesiones se dedicaron en gran parte al aprendizaje, a poner las bases teóricas a los conceptos que ya manejábamos y a aprender otros nuevos.
Así, vimos la importancia de las relaciones de poder y de la interseccionalidad en las dinámicas de discriminación. La misoginia, el racismo o la homofobia no actúan de forma independiente, sino conjunta, dando lugar a sistemas de jerarquías complejos. Como activistas esto es algo esencial que debimos tener en cuenta a la hora de realizar nuestras obras. Es la importancia de la diversidad y la representación, especialmente en el ámbito audiovisual.
En este sentido, recibimos también la visita del CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) y pudimos conocer la experiencia de un joven migrante, su viaje desde Mali y sus vivencias en los 3 años que lleva residiendo en España.
Estas sesiones nos llevaron a la reflexión sobre la discriminación y las injusticias y como estas nos atravesaban a cada une de nosotres uniéndonos o mostrando nuestras diferencias.
En complemento a esta formación teórica recibimos también los conocimientos audiovisuales que íbamos a necesitar. Por un lado, dedicamos una buena parte de nuestro tiempo a analizar obras de activismo audiovisual de diferentes medios, de diferentes épocas y con diferentes intenciones.
En este sentido, tomamos como referencias obras de collage y fanzines y realizamos las nuestras en torno a aquellos temas que teníamos especial interés en trabajar. Este ejercicio no sólo generó un espacio de expresión artística enriquecedor, sino que nos permitió organizar nuestras ideas tanto a nivel individual como grupal.
Por otra parte, nos formamos en los aspectos tanto técnicos como éticos a los que debíamos hacer frente a la hora de realizar nuestros cortos.
Hablamos de ángulos, de juegos con la luz, de recursos que iban más allá de la cámara como el found footage, el collage audiovisual, la animación, etc. Pero, también reflexionamos sobre la legalidad y moralidad de nuestros actos, la diferencia entre hablar de otros o dar voz a otros, la importancia del consentimiento, de la honestidad y la información, de la reciprocidad con aquellas personas que colaboraban con nosotros, o la posibilidad de utilizar ciertas imágenes.
Fue esencial en este ámbito la participación de la directora Maddi Barber, quien nos expuso su documental 592 Metroz Goiti, que revisita los pueblos que sobrevivieron a la construcción de la presa de Itoiz. Esta obra fue de las primeras de la autora, y la realizó ella misma, sola, con su cámara. Su experiencia y sus consejos fueron de gran ayuda.
Ya en la recta final, dedicamos las últimas sesiones para el reparto de las temáticas. A pesar de trabajar por parejas nuestro trabajo era colectivo, las decisiones, preguntas y opiniones se compartían haciendo a todo el grupo partícipe de cada obra.
A partir de esta experiencia nacen un grupo de cortos que abarcan temas como la expresión de género, la xenofobia, la salud mental o el acceso a la cultura y que responden a las algunas de las principales preocupaciones de les jóvenes, las que nosotres vemos y vivimos, las que compartimos juntos y sobre las que debatimos. Obras con un lenguaje audiovisual propio, todas distintas pero todas en sintonía con la forma de expresar y entender de las nuevas generaciones. Vídeos en nuestro idioma, nuevo, desenfadado, confuso, y al mismo tiempo, fáciles de comprender para toda persona que se pare frente a ellos.
Entre todes creamos un espacio abierto, diverso, respetuoso, seguro y libre, de intercambio intelectual y artístico que hizo posible el aprendizaje, el crecimiento personal y el videoactivismo.